lunes, 15 de diciembre de 2008

No deja de ser una almohada.

Es como nunca haber dado tu primer beso y practicar con la almohada, hasta que te vuelves un experto en eso de besarla. Claro que las primeras veces la dejas toda babeada y cuando estas durmiéndote tu almohada huele un chingo a baba y no te acuerdas porque. Hasta que un día encuentras la combinación perfecta entre lengua y baba.




Pahf.